Alice, jamás podré olvidar esa mirada

 

Alice, jamás podré olvidar esa mirada

“La Personalidad nos define. Las emociones en ocasiones nos controlan y el saber diferenciar entre la una y las otras, nos marcan el camino

Son las nueve de la mañana del miércoles 18 de noviembre del 2015, empiezo mi turno en el Hospital The University of Atlanta el Memorial Hospital. Llego a mi oficina ubicada en el Dpto de Imágenes Diagnosticas Cuánticas Y Radiología Avanzada para ver que usuarios tengo el día de hoy. Tengo solo dos pacientes.

Después de examinar el procedimiento a realizar con cada uno de los usuarios citados para este día, me dirijo por uno de los pasillos del Memorial hasta el salón de tomas de Imágenes. Mientras espero a mi primer paciente de nombre George Houston, recuerdo lo triste que fue la Emoción de haber dejado a mi familia en Colombia y venirme a los Estados Unidos a trabajar gracias a beca que obtuve por excelente rendimiento académico en mis años como estudiante de Radiología. Siempre mi familia ha sido lo más importante para mí, después de Dios son lo más Hermoso que Él me dio. Recuerdo mucho a mi madre, a mi padre y a mis hermanos sin olvidar claro está a mis sobrinitos. Siempre lo académico estuvo presente en mi vida, día y noche; largas jornadas de estudio las cuales hoy veo consolidadas en este importante trabajo al cual me entrego en cuerpo, alma y corazón. Pero…me duele la distancia que me separa de mi familia. Soy alguien Introvertido, muy poco social; lo veo tan claro cuando en el hospital realizan sus fiestas de fin de año y prefiero quedarme en mi apartamento anexo al hospital, pero en la ciudad claro está, viendo los partidos de la NFL a los cuales ya estoy acostumbrado y comiendo los famosos Hot Dog norteamericanos. Así soy yo, solitario; disfruto de la soledad y la tranquilidad, por eso adoro mi trabajo; en la sala de tomas de imágenes solo está el paciente y yo; realizando mi trabajo; y así transcurre todo el día, sin traumas, sin ruidos desesperantes como en el área de emergencias o pediatría. Todo aquí es tranquilidad, todo es pasivo, se respira paz.

Por un segundo dirijo mi mirada hacia el reloj y observo que son las nueve cuarenta y cinco de la mañana y mi primer paciente no ha llegado. Salgo de la sala y le pregunto a jazmín que ha sucedido. Ella me dice que el paciente canceló la cita de las 9:45 am y ña reprogramado para las horas de la tarde. Pero me dice que la paciente de la 10:30 am ya está en la sala de espera que si puede pasar. ¡Por supuesto! le afirmo y me dirijo personalmente a la sala de espera, observo la planilla y llamo a Alice Simmons. De pronto una niña se pone en pie de una de las sillas desde el fondo de la sala y se dirige hacia mí con un saco de piel entre sus brazos los cuales lleva firmemente entre su pecho. Hola, le digo, ella me responde de igual manera mientras una sonrisa tímida brota de sus labios. Le pregunté por su acompañante y en ese momento salió una señora de al menos unos 67 años de edad. Me saluda con una sonrisa casi forzada y llena de expectativas aún no sabía yo porque y me dijo: soy su abuela Doctor. Mi mirada se dirigió a cada una de ellas y tomando y señalando con mi mano la dirección les pedí que me acompañaran.

“El mecanismo de defensa más fuerte es la Indiferencia”

Abrí la puerta de la sala y una vez adentro, me dirigí a mi escritorio mientras Alice y su abuela tomaron asiento frente a mí. Entonces leí la historia de Alice. El diagnóstico del Médico decía: La paciente presenta un cuadro progresivo de dolores constantes de cabeza asociados a una jaqueca crónica por más de cuatro semanas y medias. Constantes vómitos y pérdida progresiva del sueño. Aunque no registra baja de peso, los exámenes muestran anemia parcial. Examen a realizar: Una Resonancia de cráneo sobre la zona frontal media y superior.

Una vez leído con más detenimiento el procedimiento a realizar, le explique a Alice y a su abuela el tipo de examen que íbamos a realizar. La Abuela de Alice era una señora que, a grandes rasgos, se observaba era la responsable de su crianza y su enseñanza, pero no quería especular sobre el asunto. Le pedí a Alice que se dirigiera a un pequeño cuarto hasta donde le acompañe y le pedí que se colocara una bata de color azul oscuro que había colgada en una de las esquinas del cuarto. Se quitase todo material metálico; lo único que debía tener puesto era la bata y su ropa interior siempre y cuando no tuvieran algún tipo de material metálico.

Aproveche el momento para hablar con la señora Hasperg, la abuela de Alice. Me contó que la madre de Alice había muerto a la edad de 21 años como consecuencia de un Cáncer maligno. Había tenido a Alice a la edad de 17 años y su esposo la abandonó cuando supo de su embarazo. Por tanto, cuando murió Heather, la mamá de Alice, ella se hizo cargo de la niña. La personalidad de la Señora Hasperg, era la de una mujer tranquila, pero con carácter fuerte para luchar por su nieta y darle todo lo que ella necesita. No obstante, podía ver en sus ojos la gran preocupación por lo que le ocurría a su nieta y de la impotencia de no poder hacer nada al respecto. Me comentó que emocionalmente estaba destruida; no sabía que esperar de los exámenes y que su angustia se magnificaba mucho más cada día. Tenía que ser muy fuerte en estos momentos, se respondía a ella misma, pues era un mecanismo de defensa que debía utilizar para no parecer débil frente a Alice. Me acerqué a ella y le abrase como si la conociera de toda la vida; mirándola firmemente a los ojos le pregunté: ¿Cree en Dios? Con una sonrisa en los labios y lágrimas en los ojos me respondió: Claro que si Doctor, claro que sí. Yo también le respondí y también le sonreí.

En ese momento salió Alice. Me levanté de la silla al igual que su abuela. Ella se quedó de pie con sus manos en medio de sus piernas como esperando el paso siguiente. Me dirigí a la señora Hasperg y le pedí el favor que me esperara fuera mientras aplicábamos el procedimiento. Ella lo hizo de inmediato no sin antes dirigirse hacia su nieta y darle un beso en la frente. Todo va estar bien amor, escuché que le susurró al oído.

“La luz de una Vela que se apaga, ¿sabes tú a donde se ha ido?”

Alice era una niña de 16 años. Cursaba el último año de preparatoria en la escuela Isaac Newton de Atlanta. Era la mejor de su grado y estaba a punto de obtener una beca para irse a estudiar Leyes a Harvard y especializarse en el derecho a la protección del medio ambiente, muy rentable en ese sector tan contaminado. Su cabello era color caramelo como las tardes de Atlanta City en verano, hermosas; sus ojos eran entre miel y verdes y su piel del color su personalidad, introvertida, seria, inocente. Aunque jamás lo diría, sé que estaba apenada por encontrase casi desnuda frente un extraño además que un poco asustada por el procedimiento que a pesar de explicárselo creo dos veces, no le daba la tranquilidad suficiente. Mientras le pedía que se sentara en la camilla con mucho cuidado me respondió que la gustaba el Volibol, leer mucho, sobre todo novelas de terror. Disfrutaba del cine arte que colocaban cada semana en su escuela y que su mayor sueño en la vida era ser una gran abogada; sonrió cuando lo dijo mirándome a los ojos. Eso será así Alice, le respondí. Alice era tímida como cualquier niña a su edad, pero tenía una cosa que la diferenciaba del resto: tenía sueños que quería alcanzar y, en sus ojos, se observaba toda esa ilusión. Creía en Dios me dijo; lo más importante era su abuela y que amaba a su madre por haberla traído al mundo y perdonaba cada día a su padre por haberlas abandonado. Era muy inteligente a la vez que era una la nerd de su clase. Era despreocupada por lo que la gente decía de ella y de su padre, ya en los estados unidos vivir sin el apoyo paterno es motivo de burla y de humillación. A todo eso mencioné que nada más importa lo que uno es y lo que uno puede conseguir en la vida. A esto ella sonrió.

Una vez acostada realice el procedimiento. Alice se comportó muy bien. Las imágenes que obtuve fueron las mejores que obtuve en la semana. Salí del cuarto de mando y le dije que ya habíamos tomado una foto de su cerebro y que los resultados estarían listos en dos horas mientras acababa de mejorar las imágenes. Te pareces mucho a mí, le dije. Ella me miró y se sonrió. Ahora se sonrojó. Cuál es tu película favorita: El señor de los anillos, me respondió. Lo dicho, le respondí, ella me miro y me alzó las cejas como en señal de estar anonada por la coincidencia. Le dije que podía vestirse mientras yo llamaba a su abuela. Ella se dirigió al cuarto con una gran sonrisa en los labios y expresando algo que no puede escuchar.

Listo Señora Hasperg, hemos terminado. Alice se está cambiando. Creí que tardaría más Doctor, lo dijo mientras sonreía. El examen estará listo en dos horas y se lo enviaré al Doctor Thompson. Debe luego pedir una cita para verle y que él le diga el diagnostico de Alice y el posible tratamiento a seguir. Salió Alice ya más seria que cuando entro a cambiarse. Le miré y le dije a ambas lo que debían hacer ahora. Le pedí a Alice que no desfalleciera en sus sueños y que cada día luchara más por ellos. Gracias, así lo haré, me dijo. Muchas gracias Doctor, me dijo la señora Hasperg mientras me extendía su mano para despedirse. No tiene por qué agradecerme mi señora. Las acompañé a la salida. Una vez en la recepción, la secretaria llamó a la señora Hasperg para que firmara unos papeles del examen. Alice se voltio y me preguntó: ¿Todo está bien cierto? Le sonreí y le dije: todo está muy bien Alice, pero ya el Doctor Thompson te lo dirá mejor que yo. Ella volvió a sonreír y me dio la mano; la miré y le dije: gusto en conocerte Alice, que Dios te bendiga y cuida mucho a tu abuelita. Ho!!! El viernes de la próxima semana habrá una presentación de teatro sobre romero y Julieta, yo soy Julieta, me dijo…la miré y me quedé mudo sin saber que decir; luego ella me miró y me dijo: ¿podría ir? Yo lo invito, ¿sí? Claro que si Alice. Será un placer.

Pasados tres días al llegar a mi apartamento, una noche llamé a mi amigo el Doctor Thompson y aunque tardo un poco para acordarse del caso me dijo el diagnóstico: mucho cansancio, stress elevado y mucho trasnochar hacen que las jovencitas muy pilas a veces se descuiden un poco y tengan problemas de salud por querer rendir más de la cuenta. Le receté algunas vitaminas y proteínas y una dieta para que no baje en su rendimiento. ¿Tienes planes esta noche? Es viernes, me conseguí una chica preciosa y… Chao William nos vemos el lunes, le dije mientras colgaba el teléfono.

El viernes terminé mis labores un poco antes de lo acostumbrado. Tenía una cita. Allí estaba en la primera fila del teatro de la escuela Isaac Newton. Jamás podré olvidar la mirada de Alice cuando salió al escenario y me vio junto a su abuela.

Jamás podré olvidar esa sonrisa, jamás.


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